“EL PESEBRE DE LA INCERTIDUMBRE”

Texto: Erick Aquino Montoro
Código Orcid
Fotografía: Gemini AI
La festividad navideña atraviesa un proceso de reconfiguración profunda, se enfrenta a las tensiones de una economía que proyecta estabilidad macroeconómica pero que lidia con brechas críticas de informalidad y una crisis de seguridad ciudadana sin precedentes.

Evolución histórica y sincretismo cultural en la Costa Norte
La Navidad en el territorio peruano constituye un relato de adaptación cultural que se ha extendido por más de cinco siglos, transformando una liturgia impuesta en el siglo XVI en una de las expresiones más ricas del sincretismo latinoamericano. En la costa norte, este proceso adquiere matices específicos que hunden sus raíces en las civilizaciones prehispánicas, cuyas ceremonias vinculadas al solsticio de verano y al ciclo del agua fueron progresivamente asimiladas por el calendario católico.
Durante el virreinato, las celebraciones en ciudades como Trujillo y Piura manifestaban ya variantes regionales significativas; la incorporación de elementos locales en los nacimientos o «belenes», como la presencia de llamas en lugar de bueyes o la representación de cerros andinos y costeños, evidencia un mecanismo de negociación simbólica entre la cosmovisión europea y la indígena.

En la actualidad, esta herencia se manifiesta en eventos de gran envergadura como el Festival de Luces y Colores de Trujillo, que en su vigésima quinta edición en 2025 busca recuperar el espacio público mediante la colaboración entre la municipalidad, la academia y el sector privado.
La Navidad bajo el asedio: Inseguridad, informalidad y corrupción
La vivencia de la Navidad en el año 2025 se encuentra condicionada por un entorno social hostil. El Perú atraviesa una crisis de seguridad ciudadana que ha alcanzado niveles históricos, con una cifra de homicidios que superó los 2,100 casos anuales, marcando un pico estadístico desde 2017. En la región de La Libertad, la criminalidad organizada, particularmente bajo la modalidad de extorsión, ha permeado la vida cotidiana de comerciantes, transportistas y gestores culturales.
Este fenómeno no es solo una estadística policial; representa un costo económico directo para el país de aproximadamente 20,000 millones de soles anuales, lo que equivale a dos puntos porcentuales del Producto Bruto Interno (PBI).

La informalidad, que afecta a tres cuartas partes de la fuerza laboral peruana, agrava la situación durante las fiestas navideñas. Los emprendedores informales, aunque dinamizan el consumo masivo en mercados y ferias itinerantes, se encuentran en una posición de extrema vulnerabilidad ante las mafias que exigen «pagos de cupo» para permitirles operar en la vía pública.
En Trujillo, el impacto de la extorsión ha llegado a extremos alarmantes, afectando incluso a la industria del entretenimiento; se reporta que hasta 65 orquestas musicales deben destinar el 30% de sus recaudaciones a organizaciones criminales, lo que ha reducido la oferta cultural y la asistencia del público a eventos masivos por temor a atentados.
El dilema del significado: Espiritualidad frente al mercantilismo
Este dinamismo comercial tiene un reverso preocupante: el sobreendeudamiento. El uso de tarjetas de crédito para financiar las celebraciones de Navidad y Año Nuevo es una práctica extendida que suele comprometer la estabilidad financiera del hogar durante el primer trimestre del año siguiente. Se estima que un gasto promedio de S/ 1,500 en celebraciones puede desequilibrar las finanzas de una familia si no existe una planificación rigurosa, especialmente considerando que las deudas no deberían superar el 30% de los ingresos mensuales para ser consideradas saludables.

Conclusiones: Hacia una Navidad de compromiso
El análisis exhaustivo de la realidad nacional permite concluir que, aunque el país mantiene una estabilidad macroeconómica expectante, la deuda social en términos de seguridad ciudadana e integridad pública es profunda y creciente.
La Navidad debe ser reapropiada no solo como un hito de consumo, sino como una oportunidad para reafirmar la identidad regional y fortalecer el tejido social. La verdadera resiliencia del norte peruano no reside en su capacidad de endeudamiento para adquirir bienes, sino en su voluntad de preservar un patrimonio milenario frente a las sombras de la corrupción y la inseguridad.
La Navidad y sus nuevos desafíos exigen, por tanto, una ciudadanía vigilante y una gestión profesional que trascienda la coyuntura festiva.
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